11. La creación

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Hablar de creación es referirse a «la producción total de un ser partiendo de la nada, esto es, el traer a un ser a la existencia como reemplazo de la absoluta inexistencia, y la relación del Creador es la única relación concebible en la que lo Infinito puede enfrentarse a lo finito»[1].

Es correcto decir que Dios es el único capaz de crear, porque no requiere de materiales para dicho acto.

Dios no utilizó ninguna materia prima para crear el universo. En cambio, un carpintero no hace la totalidad de la silla, pues la madera, por ejemplo, ya existe; un poeta no hace la totalidad de un poema, pues las palabras ya existen. Crear es hacer algo en su totalidad, completamente, y es lo que Dios ha hecho con el universo[2].

El concepto de “creación” implica comprender el universo en su conjunto como una realidad originada, sustentada y orientada por aquel al que la tradición llamó “Creador”[3].

El mundo, y todo cuanto existe, no solo ha sido creado de la nada por Dios, sino que es constantemente mantenido en la existencia, al punto que debemos hablar de un continuo crear por parte de Dios[4]. Dios cumple un rol no solamente como creador del universo visible e invisible, sino también como conservador de su propia creación.

Lo que vemos a nuestro alrededor, e incluso tantas maravillas que aún desconocemos, y que estamos lejos siquiera de imaginar, todo volvería a la nada si la actividad divina que nos mantiene en la existencia nos abandonase tan solo un segundo. Comprender esto es ver resplandecer incluso en los objetos que pueden parecernos más insignificantes la grandeza de la presencia del Creador[5].

Dios origina, sustenta y orienta a los seres. Esta realidad choca con lo que propone el deísmo, que postula a un Dios creador del universo físico, pero que no interviene en él[6], o sea, que se ha “desentendido” de su obra.

Ninguna criatura puede mantener su ser si la causa creadora no mantiene su actuación, ya que depende de ella en su ser y en su obrar, es decir, son efectos suyos. Si se suprime la causa ocurre lo mismo con el efecto. Por eso sabemos que Dios está constantemente presente en todas sus criaturas[7].

Expongo a continuación tres aspectos del acto creador por parte de Dios, que pueden profundizarse consultando la fuente[8]:

1-El Creador no sufre cambio, ni modificación por el hecho de crear. Dios no pierde ni adquiere ninguna perfección.

2-Todo lo creado es completamente distinto del Creador. La criatura recibe de modo limitado e imperfecto lo que se halla de modo total e ilimitado, y por supuesto perfecto, en Dios.

3-Lo creado es totalmente creado. Dios crea de la nada (“ex nihilo”) y no parte de una materia preexistente.



[1]Enciclopedia Católica Online: Relación de Dios con el Universo. En internet: http://ec.aciprensa.com/wiki/Relaci%C3%B3n_de_Dios_con_el_Universo

[2] Frank J. Sheed: Teología para todos (9ª. ed.). Ed. Palabra. Madrid. 2014.

[3] A. Cordovilla Pérez (Ed.): La lógica de la fe: Manual de Teología Dogmática. Universidad Pontificia Comillas. Madrid. 2013. 

[4] Juan Pablo II: Creo en Dios Padre: Catequesis sobre el Credo (I), (5ª ed.). Ed. Palabra. Madrid. 1999.

[5] Un Cartujo: La vida en Dios (6ª ed.). Ed. RIALP, S.A. Madrid. 2003.

[6] Deísmo. En internet: http://www.filosofia.net/materiales/sofiafilia/hf/soff_mo_14.html

[7] Saúl Castiblanco: ¿Está Dios en sus criaturas, por pequeñas que sean? En internet: https://es.aleteia.org/2014/05/20/esta-dios-en-sus-criaturas-por-pequenas-que-sean/

[8] Lic. Enrique Eugenio Hernández Rivas: Bachiller Teológico, XVI, 3. Ed. Palibrio. EEUU. 2012.

Fragmento de mi libro En la Catedral y en el Laboratorio (2018)

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