09. Habitando las huellas de Dios

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Las distancias, velocidades y tamaños en el universo impresionan, y a su vez escapan a nuestra imaginación.

Un año luz representa la longitud que recorre la luz en un año, cuya velocidad es 300.000 km/sec. Si pasamos esta cifra a kilómetros por hora, comparándolo con las velocidades a la que estamos familiarizados, la velocidad de la luz es de 1.080.000.000 km/h. Es una unidad de distancia, no de tiempo. De acuerdo con la Teoría de la Relatividad, representa el límite máximo de velocidad que puede alcanzar un objeto material o señal que pueda ocurrir en la naturaleza[1].

Entre el Sol y la Tierra hay una distancia de 150 millones de kilómetros. La luz del Sol, que viaja a la velocidad señalada en el párrafo anterior, demora ocho minutos en recorrer esa distancia y llegar hacia nosotros. Cuando vemos la puesta del sol desde donde estamos ubicados, en realidad hace ya ocho minutos que el Sol está bajo el horizonte[2]. La creación de Dios es tan asombrosa que mirar al cielo es en realidad mirar al pasado.

La Luna gira en torno de la Tierra a una distancia media de 384.000 km. Viajando en un cohete a 1.000 km/h, si fuera posible ir en línea recta, tardaríamos en llegar a la Luna 384 hs, es decir, 16 días. En cuanto al sol, un viaje con las mismas características del ejemplo anterior nos llevaría 17 años[3].

Pero para la inmensidad del cosmos, como veremos a continuación, la distancia a la que estamos del Sol es casi como tenerlo en el piso de arriba.

En un año, la luz recorre unos 10 millones de millones de kilómetros, 63.240 veces la distancia de la Tierra al Sol[4]. Cuando un astrónomo habla de una estrella que está a mil años luz de la Tierra, quiere decir que sus radiaciones luminosas o electromagnéticas demoran mil años en llegar hasta nuestro planeta, viajando a la velocidad de la luz. La imagen que recibe un telescopio no es la actual de la estrella, sino, aunque resulte increíble, nos brinda información de cómo era el astro hace mil años. Es factible que esa estrella ya no exista en el momento actual[5]. Las radiaciones luminosas de una estrella que está a una distancia de mil millones de años luz fueran emitidas en el período precámbrico, cuando muy probablemente no había aún vida sobre la tierra[6].

Andrómeda, la galaxia más cercana a la nuestra, está a una distancia de dos millones de años luz[7].

Alpha Centauro, el sistema estelar más cercano al nuestro, está a una distancia de 4.3 años luz, o sea, 40.7 millones de millones de kilómetros[8].

Estos volúmenes y distancias descomunales, que escapan a nuestra imaginación, no impiden que el universo sea inteligible, es decir, que pueda ser estudiado y entendido, más allá de la infinidad de misterios que aún la ciencia no puede explicar.

Los agujeros negros son cuerpos celestes con un campo gravitatorio tan fuerte que ni siquiera la luz puede escapar. No existe una velocidad lo suficientemente grande para salir de adentro una vez que se pasa la frontera esférica que rodea al cuerpo, denominada "horizonte de sucesos"[9]. La fuerza de gravedad de un agujero negro es impresionante, y atrae todo lo que está alrededor.

A fines de 2017 se conoció que un equipo de astrónomos descubrió el agujero negro más lejano del universo, situado a unos 13.000 millones de años luz de distancia y con una masa 800 millones de veces mayor que la del Sol[10].

El mundo aún se asombra de hazañas como las del North American X-15, que el 3 de octubre de 1967 voló a una velocidad de 7.274 km/h[11]. ¿Qué decir entonces de las velocidades de la creación de Dios, por ejemplo las galaxias, que además lo hacen con una precisión impactante? La Constelación de Géminis se mueve a 9 millones de kilómetros por hora. Si se cualquier galaxia se desviara una milésima de kilómetro de su órbita, se produciría una catástrofe cósmica. Pero en el cosmos hay una armonía y un orden perfectos[12].



[1] Bruno Rossi: Fundamentos de óptica. Ed. Reverté, S.A. Barcelona. 1977.

[2] María Teresa Ruíz: Hijos de las estrellas. Ed. Debate. 2017.

[3] Teodoro Vives Sotera: El tamaño del universo. Equipo Sirius. Madrid. 1994.

[4] Distancia de las estrellas. En internet: http://feinstein.com.ar/Distanciaalasestrellas.html

[5] Arturo Aldunate Phillips: Luz, sombra de Dios, Ed. Universitaria, 1999.

[6] Antonio Royo Marín, O.P.: Dios y su obra. Ed. BAC. Madrid. 1963.

[7] Alan Lightman: Luz antigua. Nuestra cambiante visión del universo. Ed. Andrés Bello. Santiago de Chile. 1997.

[8] José Luis Moreno Aranda, S.J.: Dios y la ciencia. Universidad Iberoamericana. México, D.F. 1995.

[9] Agujeros negros. En internet: https://www.todoelsistemasolar.com.ar/agujeronegro.htm

[10] Sarah Romero: Descubren el agujero negro más lejano del universo. En internet: https://www.muyinteresante.es/ciencia/articulo/descubren-el-agujero-negro-mas-lejano-del-universo-361512643712

[11] David Piñeiro: El avión más rápido del mundo. En internet: https://www.unabrevehistoria.com/2015/09/el-avion-mas-rapido-del-mundo.html

[12] P. Ángel Peña O.A.R.: Las maravillas de Dios. Lima. 2008.

Fragmento de mi libro En la Catedral y en el Laboratorio (2018)

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