07. El azar: Esa explicación que nada explica

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Algo con un nivel de complejidad tan enorme como nuestro universo, del cual conocemos una ínfima parte, no puede ser fruto de un conjunto de casualidades.

Azar es sinónimo de casualidad. Entre otros términos que acompañan a esta palabra se pueden encontrar: acaso, suerte, contingencia, eventualidad, imprevisto, accidente, albur, chamba, chiripa; y como antónimo, por ejemplo, aparece la palabra seguridad[1], que es justamente lo que abunda en el universo. Si yo en diciembre miro el calendario que me acaban de regalar y veo que el 15 de diciembre del año que viene va a haber luna llena, puedo dar por sentado que esa noche se va a poder observar la luna llena.

Y lo azaroso, lo casual, entendido como imprevisto es lo que llevó a Voltaire a considerar que «lo que llamamos casualidad no es ni puede ser sino la causa ignorada de un efecto desconocido»[2].

El azar, que es la respuesta de muchos científicos al origen del universo, en realidad no presenta ninguna respuesta convincente. No explica por qué ni cómo apareció el universo y la vida, ni por qué, por ejemplo, la luz viaja a 300.000 km. por segundo[3].

Mediante la “lógica” del azar, yo puedo pintar el Guernica arrojando pintura sobre el lienzo con los ojos vendados.

Azar sería que yo ponga un ratón sobre las teclas de un piano, y el ratón con sus movimientos de un lado a otro termine componiendo una canción, o que ponga una guitarra en manos de un chimpancé y que este reproduzca el mítico solo de Van Halen en el tema “Eruption”.

Muchos se jactan de ser racionales y libre pensadores porque niegan la intervención de Dios en la creación de todo lo que existe, y terminan concediéndole milagros al azar.

El azar puede servir como explicación a hechos sumamente excepcionales, como ganar la lotería. Pero no puede explicar una armonía permanente y general, como la que encontramos en el mundo, o en nuestro propio cuerpo o en nuestro espíritu[4].

Mientras escribo estas líneas, centro mi vista en la pantalla del ordenador, para corroborar lo que escribo. Azar sería precisamente lo contrario, que yo comience a teclear con los ojos cerrados y de igual forma estas líneas aparezcan fortuitamente.

Mientras más se estudia el origen de lo creado, más inadmisible se hace atribuir la existencia del universo a causas azarosas.

«No sólo la célula (la unidad más pequeña de la vida) no habría podido aparecer por casualidad en las condiciones primitivas e incontroladas de los días tempranos de la Tierra, tal y como los evolucionistas nos quieren hacer creer; ni siquiera se ha podido sintetizar en los laboratorios más adelantados del siglo XX. Los aminoácidos, los componentes esenciales de las proteínas que forman la célula viviente, no pueden construir por sí mismos órganos interiores de la célula como mitocondrios, ribosomas, paredes celulares o retículo endoplasmático, por no hablar de una célula completa. Por esta razón, defender que la evolución trajo a la vida a la primera célula por casualidad es un producto de la fantasía basado enteramente en la imaginación»[5].

Pese a ser la unidad más pequeña de la vida, la célula es tan compleja que con todos los avances científicos que la humanidad ha logrado no puede producir una de ellas, lo cual vuelve bastante poco probable que estas surgieran de forma fortuita y sin una inteligencia detrás. «La célula viva se automantiene con la cooperación armoniosa de muchas organelas. Si solamente una de esas organelas deja de cumplir su función, la célula no puede permanecer viva. La célula no tiene la posibilidad de esperar que mecanismos inconscientes como el de la selección natural o el de la mutación le permitan desarrollarse. Así, la primera célula sobre la Tierra fue necesariamente una célula completa con todos las organelas y funciones requeridas, lo cual significa, definidamente, que dicha célula tenía que haber sido creada»[6].

Si la explosión del Big Bang hubiera variado su fuerza apenas una parte en 106, el naciente universo habría colapsado o se habría expandido tan velozmente que no habrían podido formarse las estrellas y la vida no habría sido posible[7].

Alejandro Jenkins, físico de la Universidad de Florida sostiene que «si las fuerzas fundamentales que dan forma a la materia en nuestro universo se viesen alteradas incluso muy levemente, es posible que los átomos nunca hubieran llegado a formarse o que el carbono, elemento considerado como la piedra base de la vida tal y como la conocemos, no hubiese existido»[8].

Las estrellas de nuestra galaxia están separadas por treinta millones de millas. Una distancia menor habría afectado las órbitas planetarias; si hubiera sido mayor, la distribución de los restos de la supernova haría imposible la formación de sistemas planetarios[9].

En realidad, el hombre utiliza términos como “azar” o “casualidad” para tratar de darle una explicación a aquello que no conoce. Ambas expresiones adquieren valor amparándose en nuestra ignorancia.

«El azar no puede dar cumplida explicación de la organización de los átomos en moléculas, de las moléculas en esas moléculas gigantes que son las proteínas y finalmente, de las moléculas gigantes en células, sobre todo, en células vivientes, capaces de renovarse, asimilarse, eliminarse, reproducirse, etc. El azar no basta tampoco para explicar la evolución prodigiosamente rápida de la vida»[10].

Michio Kaku, prestigioso físico teórico norteamericano, quien formulara la revolucionaria Teoría de las cuerdas, ha llegado a la conclusión, a partir de sus investigaciones, que «todo lo que llamamos azar ya no tiene más sentido, porque estamos en un plano regido por reglas creadas y no determinado por azares universales. Esto quiere decir que, con toda probabilidad, existe una fuerza desconocida que lo gobierna todo»[11].



[1] Sinónimos de Casualidad. En internet: http://www.wordreference.com/sinonimos/casualidad

[2] Eduardo Palomo Trigueros: Cita-logía. Ed. Punto Rojo Libros. Sevilla. 2013.

[3] Adolfo Galeano Atehortúa: Idea Cristiana del hombre y la Ciberantropología, Ed. San Pablo, 2011.

[4] Yves Moureau: Razones para creer. Fundación Gratis Date. Pamplona. 2001.

[5] Harun Yahya: El colapso de la Teoría de la Evolución en 20 preguntas, I. 2003.

[6] Harun Yahva: El atlas de la creación 1, X.  

[7] Martín Ugarteche Fernández: ¿El orden del universo es un indicio a favor de la existencia de Dios? En internet: http://es.catholic.net/op/articulos/57667/cat/283/el-orden-del-universo-es-un-indicio-a-favor-de-la-existencia-de-dios-.html

[8] Yaiza Martínez: La física de partículas sugiere que podría haber vida en otros universos. En internet: https://www.tendencias21.net/La-fisica-de-particulas-sugiere-que-podria-haber-vida-en-otros-universos_a3995.html

[9] José C. Pena: Dios y Darwin: Posible armonía entre teología y evolución, ciencia y religión. Ed. Sb. Buenos Aires. 2016.

[10] André Leonard: Razones para creer, III. Ed. Herder. Barcelona.

[11] Michio Kaku: "El azar no tiene sentido, existe una fuerza inteligente que lo gobierna todo". En internet: https://larevolucionpacifica.com/2015/07/18/michio-kaku-el-azar-no-tiene-sentido-existe-una-fuerza-inteligente-que-lo-gobierna-todo/

Fragmento de mi libro En la Catedral y en el Laboratorio (2018)

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