Ando como
Mario, jodido y radiante, y
he
aprendido, gentileza de Luis mediante, que
los pecados
del tiempo son pecados mortales.
Como
Antonio, no sé qué decirle
a la
tristeza que habita a
ambos lados
de mí mismo.
La poesía
me enseñó que
cada
peldaño tiene una historia
para
contar, y que todos somos
extranjeros
atrapados en el monólogo
de unos
labios indiscretos.
Me apena
que David sea de los pocos a
los que les
importe que el problema ahora sea
que la
jaula está en el interior del pájaro.
Sostengo,
como Alberto, que un economista no
sabe qué
hacer con un arcoíris ni
buscar la
belleza tanteando en el silencio.
La poesía
me enseñó a sembrar
joyas en
medio del infierno;
aprendí a
pescar en las peceras
y a mirarme
en el espejo
de mis
divagaciones…
Carlos
advierte que la vida es
un negocio
que exige garantías, y
el tiempo,
un juez insobornable.
Vicente nos
legó como enseñanza que
la espera
de uno mismo es
simplemente
otro modo de presencia.
La poesía
me enseñó a imaginar
que son
sílabas las estrellas de
la Constelación
de Tucana, y que
siempre se
está gestando la posibilidad
de
encontrar nuevas formas de desilusión.
Jorge, con
su tendencia a crear versos
perfectos,
sostiene que la memoria es una
llaga que
la mentira venda amorosamente.
Juako
propone, y un servidor suscribe, que
el grito es
la expresión natural de
quienes
nada saben decir con las palabras.
La poesía
me enseñó que en lo
diminuto
también pueden alojarse
escalofríos
insaciables, que el
miedo llega
por correspondencia
y corta los
triptongos con navaja.
Javier
anota que siempre hay destinos
en oferta,
que parecen como nuevos
después de
una mano de pintura.
Elvira lo
ha dicho con todas las letras:
Hay mujeres
que son pájaros sin alas
en un cielo lleno de recuerdos.
La poesía
me enseñó a sudar
egolatría,
desconfiar de los gobiernos
que
utilizan de paraguas a la bandera,
y alternar
turbia y difusamente el
sabor de la
aflicción y de la miel…
Fuentes de las que no pienso dejar de beber (el poema mencionado es aquel de donde extraje o adapté la frase mencionada):
Mario: Mario Benedetti. Poema: Viceversa.
Luis: Luis García Montero. Poema: Fotografías veladas de la lluvia.
Antonio: Antonio Orihuela. Poema sin título.
David: David Eloy Rodríguez. Poema: Marat – Sade, 1998.
Alberto: Alberto García-Teresa. Poema: Un economista.
Carlos: Carlos Salem. Poema: Erróneos, incorrectos.
Vicente: Vicente Huidobro. Poema: La poesía es un atentado celeste.
Javier: Javier Cánaves. Poema: Hermosos y malditos.
Jorge: Jorge Riechmann. Poema: Coros y danzas.
Juako: Juako Escaso. Poema 77, del libro Mañana sin amo.
Elvira: Elvira Sastre. Poema: Una cien veces.
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