15. Ateísmo: Un acto de fe

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Cuando profundizamos en algunos de los datos vertidos en este libro, o en muchos otros, o contemplamos las maravillosas imágenes que nos entrega el universo, enseguida vemos a Dios detrás de estos prodigios. El ateo ve lo mismo que nosotros y dice “azar”. Por eso, señala el científico italiano Antonio Chiichichi que el ateísmo es también un acto de fe, con la diferencia de que el creyente tiene fe en Dios y el ateo tiene fe en la nada[1].

El ateísmo es un fenómeno nuevo. En la antigüedad no había ateísmo. Exceptuando algún caso individual, no se daban ateos, lo que no quitaba que existieran críticos con la religión o individuos "irreligiosos", pese a lo cual, la mayoría de ellos daban por supuesto la existencia de uno o varios dioses. El ateísmo propiamente dicho comienza con la Ilustración[2].

Platón, uno de los filósofos más influyentes y estudiados de la historia se refirió al ateísmo como una «enfermedad del alma, y ninguno que ha sido ateo durante la vida, llega siéndolo a la vejez»[3].

El ateísmo puede ser teórico o práctico. En el primero de los casos estas personas niegan la existencia de Dios, argumentando que esta no puede ser demostrada con certeza. El práctico responde a la actitud de los individuos que viven como si Dios no existiera[4].

Contrariamente a la idea que se intenta imponer de un mundo cada vez más ateo, los números del Eurobarómetro 2005, que son encuestas realizadas desde la década de 1970 por la Comisión Europea para conocer la opinión de los ciudadanos de aquel continente en diversas áreas, refleja una realidad bastante diferente: En casi el 40 % de los 32 países de los cuales se presentan datos el ateísmo no llega al 10 %. En países como Malta, Turquía, Rumania y Polonia el ateísmo es solo del 1 %[5].

Y profundizar en estas estadísticas también da por tierra con otra versión bastante difundida por los críticos de la religión: Que mientras menos religiosos, es decir, más ateos sean los individuos que componen una nación, mejor le irá a esta en el aspecto económico. La República Checa, uno de los países con mayor índice de ateísmo, se ubica en el puesto 53 entre los estados con mayor PBI nominal del planeta, y Estonia, de tendencia muy similar, en el 103; mientras que países donde el ateísmo no llega el 10 %, como Turquía, Italia o Suiza, están entre los veinte con mayor PBI[6].

Los ateos actuales no se complacen con negar a Dios, y con considerarlo algo superfluo. Lo vislumbran como una amenaza que hay que combatir activamente, un enemigo a eliminar[7].

Y a la hora de “combatir” a Dios, los ateos de nuestro tiempo han encontrado aliados de mucho peso para propagar sus ideas: «La característica más llamativa del nuevo ateísmo es que se trata de un fenómeno con una gran repercusión mediática. Los ateos han salido a la plaza pública para declarar que Dios no existe y que hay que deshacerse de la religión, contando con el apoyo, e incluso la complicidad, de los medios de comunicación social»[8].

Hoy no se trata de crear mártires, sino apóstatas. No se busca quitar la vida, sino de esfumar poco a poco la fe[9].

Esto se hace evidente en la difusión en cadena de las noticias malas vinculadas a la Iglesia, y del no muy llamativo silencio que se hace en torno a las buenas obras que esta realiza. Por la misma razón, se hace cada vez más necesaria la participación de católicos en los medios de comunicación social, no en la búsqueda de imponer ningún dogma, sino para transmitir valores diferentes al vacío espiritual que parece ser la triste piedra angular de nuestro tiempo.

San Juan Pablo II, refiriéndose a lo que significa ser un buen periodista católico, dijo: «Simplemente significa ser una persona íntegra, un individuo cuya vida personal y profesional refleje las enseñanzas de Jesús y del Evangelio. Significa luchar por los ideales más altos de la excelencia profesional, y ser una persona de oración que busca siempre dar lo mejor. Significa tener el coraje de decir la verdad, aún cuando la verdad no convenga o sea políticamente incorrecta»[10].

[1] Jorge Loring S.J.: Para Salvarte (62ª ed.). Ed. San Pablo. 2012.

[2] Andrés Torres Queiruga: Creo en Dios Padre. El Dios de Jesús como afirmación plena del hombre, (5ª ed.). Ed. Sal Terrae. Santander. 1986.

[3] P. Jesús Simón, S. J.: A Dios por la ciencia, (9ª ed.). Ed. Alonso. Barcelona. 1969.

[4] Margarita Díaz Cuesta, Antonio Martínez Estaún: En nombre de Jesús I. Preparatoria. Ed. Progreso. México. 1991.

[5] El ateísmo en Europa. En internet: https://lacienciaysusdemonios.com/2009/11/06/el-ateismo-en-europa/

[6] Países por PBI. En internet: http://economipedia.com/ranking/paises-por-pib.html

[7] Enrique Neira, S.J. Ateísmo y creencia en Dios. Universidad Católica “Andrés Bello”, Universidad Javeriana. Caracas. 1978.

[8] Francisco Conesa: El nuevo ateísmo. Exposición y análisis. En internet: http://www.gecoas.com/religion/Documentos/Conesa%20-%20Nuevo%20ate%C3%ADsmo.pdf

[9] Jorge Loring S.J.: Para Salvarte (62ª ed.). Ed. San Pablo. 2012.

[10] L. Correa Molina, L. A. Curiel Calleja: Formar buenos comunicadores católicos. En internet: http://es.catholic.net/op/articulos/51689/cat/151/formar-buenos-comunicadores-catolicos.html

Fragmento de mi libro En la Catedral y en el Laboratorio (2018)

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