Jorge Debravo - Credo

No acostumbro a decir amo, te amo, 
sino cuando el amor me inunda todo 
desde los ojos hasta los zapatos. 
Mi cuerpo es una sola verdad y cada músculo 
resume una experiencia de entusiasmo.

Una vez dije: ¡sufro! Y era que el sufrimiento 
agitaba a mi lado sus cascos de caballo.

Y siempre digo: espero. Porque a mí me podrían 
arrancar el recuerdo como un brazo, 
pero no la esperanza que es de hueso 
y cuando me la arranquen dejaré de ser esto 
que te estrecha las manos.

Creo en todos los frutos que tienen jugo dulce, 
y creo que no hay frutos que tengan jugo amargo. 
No es culpa de los frutos si tenemos 
el paladar angosto y limitado.

Creo en el corazón del hombre, creo 
que es de pura caricia a pesar de las manos 
que a veces asesinan, sin saberlo, 
y manejan fusiles sanguinarios.

Creo en la libertad a pesar de los cepos, 
a pesar de los campos alambrados.

Creo en la paz, amada, a pesar de las bombas 
ya pesar de los cascos.

Creo que los países serán un solo sitio 
de amor para los hombres, a pesar de los pactos, 
a pesar de los límites, los cónsules, 
a pesar de los libres que se dan por esclavos.

Y creo en el amor, en este amor de acero 
que va fortaleciendo las piernas y los brazos, 
que trabaja en secreto, 
a escondidas del odio y del escarnio, 
que debajo del traje se hace músculo, 
órgano, experiencia, nervio, ganglio, 
a pesar del rencor que nos inunda 
el corazón de funerales pájaros.

Yo creo en el amor más que en mis ojos 
y más que en el poder y el entusiasmo.

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