Actualmente el país está en una situación de hambre severa
Indicadores alertan de que la situación podría desembocar en una catástrofe humanitaria
La situación en Sudán del Sur está próxima al colapso. Por segunda vez desde 2011 -como ya ocurrió en Somalia- el mundo está a las puertas de contemplar una hambruna. Los problemas con su vecino del norte por algunas fronteras que no terminan de definirse, sumados al conflicto interno de las dos etnias mayoritarias (los dinka y los nuer) han generado en el país más joven del mundo una crisis de más de 1.4 millones de desplazados y refugiados que no han podido sembrar sus terrenos ni recoger sus cosechas.
Si a esto se suma la propia debilidad del país y la ausencia de infraestructuras sanitarias adecuadas, el resultado es que gran parte de la población sufre una profunda degradación de su situación nutricional, hasta el punto de que prácticamente todas las ONG trabajan con la posibilidad de que la hambruna sea declarada en breve.
Pero, ¿qué es exactamente una hambruna? Es la "inaccesibilidad absoluta de alimentos para toda una población o para un subgrupo de población que puede causar la muerte en el corto plazo". Esta es la definición que da el Marco Integrado de Clasificación de la Seguridad Alimentaria (IPC), un protocolo reconocido internacionalmente que se encarga de recabar datos objetivos para quienes en su momento tomarían la decisión de declarar la hambruna (Naciones Unidas principalmente).
El IPC establece cinco fases para la situación de cada país, siendo la primera la seguridad alimentaria y la quinta la hambruna o catástrofe humanitaria. Actualmente, Sudán del Sur se encuentra en la fase cuatro, esto es, el hambre severa, pero existe un riesgo real de que en algunas zonas del país se pase a la fase cinco. Tal y como ha informado el equipo global de IPC a EL MUNDO, su último análisis fue en mayo de este año, cuando se observó que 3.5 millones de personas se enfrentaban a una emergencia humanitaria, destacando que en las zonas más afectadas la situación podría deteriorase aún más y desembocar en hambruna.
"El concepto de hambruna es algo puramente técnico -explica a este periódico Amador Gómez, director técnico de Acción Contra el Hambre- y cuando se alcanza ese nivel la población ya está totalmente exhausta". Por su parte, Ferrán Puig, director de Oxfam Intermón en Sudán del Sur, nos escribe desde el país para decirnos que "una hambruna significa que la gente se muere de hambre de forma masiva, y por eso las organizaciones no usamos esta palabra a la ligera. Tenemos que avisar antes de que sea demasiado tarde, pero tampoco queremos ser acusados de dar falsas alarmas".
En estos momentos, se están produciendo reuniones del equipo del IPC para actualizar los datos del país. Si las previsiones se cumplen, estos se conocerán en torno al 10 de septiembre. Para que entonces se pudiera hablar de hambruna en el país, deberían cumplirse los siguientes parámetros:
-Que más del 30% de los niños sufran desnutrición aguda.
-Que al menos el 20% de la población tenga acceso a menos de 2.100 kilocalorías al día
-Que se den dos muertes por cada 10.000 personas, o cuatro muertes infantiles por cada 10.000 niños cada día.
Son ya varias las ONG que han observado que algunas zonas de Sudán del Sur presentan un serio riesgo de cumplir estos siniestros tres puntos que supondrían que ya se podría hablar oficialmente de hambruna en el país. De hecho, tal y como explica a EL MUNDO David del Campo, director de Programas Internacionales de Save The Children, ellos no sólo dan por hecho que la hambruna se va a declarar, sino que están trabajando como si ya se hubiera declarado. "Nuestro cálculo es que ahora mismo hay 50.000 niños menores de cinco años que podrían morir antes de finales de año", explica del Campo.
Pero la situación a día de hoy es ya tan preocupante que la hambruna es sólo poner un "nombre oficial" a la desgracia que desde hace tiempo viven los surdudaneses. Tal y como ha explicado a este diario Nuria Salse, experta en Nutrición de Médicos Sin Fronteras -que tiene en estos momentos a 3.800 personas trabajando en el país- "la situación actual es tan sumamente grave que a efectos prácticos nuestra intervención no cambiaría con la declaración de hambruna". La variación más importante, cuenta, es que con la declaración oficial el Gobierno en cuestión está obligado a aceptar la ayuda internacional y llegan muchísimos recursos más.
El problema de la desnutrición, explica Gómez, es que supone una mayor propensión a padecer enfermedades, porque las defensas se colapsan y el cuerpo no tiene fortaleza para hacer frente a una simple diarrea. El director de Acción Contra el Hambre explica cómo es el proceso de curación de un niño desnutrido (el 80% se recuperan, pero los que no reciban tratamiento acabarán falleciendo en un plazo máximo de dos semanas).
Lo primero sería explorar al niño para saber si se trata de un marasmo o un cuasiorcor. "Los marasmos son esos niños completamente esqueléticos a los que se les marca toda la estructura ósea, mientras que los cuasiorcor son los que parecen "rellenitos" pero que en realidad están edematosos porque les falla la bomba de sodio-potasio y sufren una gran retención de líquidos", explica del Campo.
Una vez diagnosticados, se empieza con el tratamiento nutricional, que durará unas cuatro semanas y cuesta alrededor de 40 euros. Este debe ser bajo en calorías y proteínas, porque el organismo aún no tiene capacidad de digerir. Cuando ya se ha puesto en marcha el metabolismo, se empieza con la fase de ganancia de peso. Cuando finalmente el niño salga del programa de nutrición terapéutica, lo hará ya con el peso normal para un pequeño de su edad, pero tal y como recuerda Gómez, hay que hacerle un seguimiento para asegurar que no recaiga. "Tan importante como tratar la desnutrición es tratar las causas que la originan", recalca.
Porque no por devastadora esta crisis es menos esperada. Y es que según apunta Gómez, se veía claramente cuál estaba siendo la evolución de Sudán del Sur, y existen informes de la ONU que desde hace meses planteaban el escenario de la hambruna en el país. En su opinión, "es inviable querer responder sólo con enfoque de emergencia a las emergencias".
Gómez cree que hace tiempo que deberían haberse puesto en marcha medidas de contención y suplementación nutricional en el país africano, pero en un escenario donde cada vez son más las crisis internacionales abiertas, el problema siempre es el mismo: los fondos. De hecho, Gregory Barrow, director de la oficina londinense del Programa Mundial de Alimentos, ha confirmado a este periódico un recorte de 345 millones de dólares en su presupuesto para Sudán del Sur, lo que inevitablemente ha supuesto una reducción de las raciones en el peor momento posible.
Mientras tanto, los sursudaneses siguen esperando en campos de refugiados a que el conflicto en su país escampe y que la comunidad internacional se fije en ellos. El tiempo juega en su contra, y quizás el silencio mediático se rompa cuando finalmente se declare la hambruna, y Sudán del Sur ya no esté al borde del abismo, sino dentro de él.
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