Leyendo un libro de Filloy


Desgarbado. Con rastas. De mediana estatura. Manos relativamente pequeñas. Leyendo un libro de Filloy ("Caverna" para ser exactos) en el inverosímil paisaje que representa la cola de un banco.

Quizá excepto yo - que estoy detrás de él - muy pocos de los presentes se percaten de la ironía de quien se abstrae de ese mundo en miniatura de la burocracia de este tiempo, para sumergirse un rato en la lectura de un libro. Los demás, se adhieren sin culpas al pacto con la prisa que todos firmamos los días hábiles, mirando el reloj, observando de reojo y con nerviosismo los autos que pasan por la calle, esperando que el trámite que deben realizar sea lo más breve posible.

Mientras, él sigue hurgando en ese mar de letras la forma de protegerse un poco del invierno de lo cotidiano, ajeno al dolor que el reloj provoca en quienes lo rodean.

Benditos los que riegan el placer de la lectura sin importar las circunstancias.

© Mariano Torrent 2014


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