Vuela entre las líneas de éste soneto
un ave sin memoria ni pasado,
mientras se despierta malhumorado
un granado que sueña ser abeto.
Y yo, que solo soy rima y cadencia,
acaricio el silencio y sus heridas,
indago en las caricias prohibidas,
y disparo mis miedos sin violencia.
En la absurda quietud del mediodía
juego a ser lo que menos he soñado,
pinto al óleo, mastico lejanía,
derribo a medias muros invisibles,
frunzo el entrecejo cuando me enfado,
si mi verso me niega lo imposible...
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