Repertorio tabú

Libro: Bailar junto a las ruinas (2017)

Pensativo y borracho de tedio, desertor de tropelías,
y habiendo dejado encendidos un par de
remordimientos, persuadido de que arrojar al aire un 
amor roto no lo hace caer entero, me
lanzo a escribir solo para verificar si hay
estrellas en la tinta de los poetas cansados.

Mientras la extravagancia de la noche
desafina con creces, me repito que no vale la
pena sufrir por desamores eruditos.

La nuestra era una historia de fantasmas
empeñados en volver a sentirse vivos,
sumergidos en un estanque de alquitrán.

Cuando logré alcanzar el cielo de tus ojos,
comprobé con pesar que solo estaban
compuestos por nubes chocando entre sí.

Pero como no permitiré que leas estas líneas,
me limitaré a escribir sobre nosotros para quien a
lo mejor un día encuentre perdida en un pasadizo
ésta epístola que describe sonrisas con moho,
en algún instante desparejo y vacío de fulgores.
(Al contrario que Silvio, yo gasto papeles olvidándote).

Mientras mido con pétalos de olvido la
distancia que separa mi piélago y tu recuerdo,
mueren, ineficacia mediante, lágrimas no derramadas.

Jamás nos propusimos ser felices. Quizá era
uno de los tantos asuntos que formaban
parte, tácitamente, de un repertorio tabú.

Nos resignamos a beber lentamente la
magia de los ocasos. Extraño vicio el de
volvernos adictos a las medias verdades.

He llegado a tres conclusiones: Que me querías 
desesperadamente repleta de zozobras, que las 
canciones que tarareábamos juntos hoy son
simples grietas donde se escurre tu recuerdo,
y que conceder a mis malas intenciones el rango de 
exquisitez es disponer de un amplísimo criterio.

Siempre nos contábamos con lujo de
detalles y oídos sordos todo aquello
que nunca terminaba de importarnos.

Siguiendo con la rutina de antaño, quiero
que sepas que detrás de este paisaje de
escobas y demandas, está doliendo en siete idiomas.

Últimamente todos mis poemas traen pájaros con
alas quebradas, y revolotean en mi mente
como palabras esdrújulas que buscan su acento.

Prefiero catalogar como pensamientos a estos 
dadivosos balbuceos donde enumero a grandes
rasgos lo ocurrido desde la mañana en
que me cansé de forcejear con los
cambios bruscos de tus estados de desánimo,
y de podar las enredaderas de tu llanto.

En este salvajismo interino, nos fue asignada
la tarea de hundirnos guiñando un agobio
al espejo, soñando con plagiar siestas exiliadas.

Habrá que coser uno por uno los escombros
de este desamor tan inhumano, y continuar
buscando las promesas que escaparon de su jaula.

Cuando nunca es hoy mismo, no puedo
menos que preguntarme, ¿Tan difícil sería que
me hicieras feliz una vez por milenio?

No hay comentarios :

Publicar un comentario

También en Ninguna Sombra Es Inocente: