Un "resumen pesimista" de los problemas que Médicos Sin Fronteras considera más urgentes
José Antonio Bastos, presidente de Médicos Sin Fronteras.
El presidente en España de Médicos Sin Fronteras está en la organización de 1991 y tiene experiencia en atención a todo tipo de emergencias.
El paso de los años y las responsabilidades que José Antonio Bastos ha ido asumiendo lo convierten en un experto analista de la situación actual. En su "resumen pesimista", según sus palabras, destaca tres aspectos que preocupan de modo especial a esta ONG internacional fundada en Francia en 1971.
"Los tres son síntomas de la despreocupación gravísima de las autoridades, los sistemas de poder y liderazgo en el mundo sobre el sufrimiento de seres humanos", acusó. A su modo de ver, lo que ocurrió en los últimos años revela que "se están empezando a traicionar acuerdos básicos como por ejemplo el cuerpo legal de las convenciones sobre refugiados, o el concepto de que los hospitales son respetados en zonas de conflicto", agregó.
A continuación, su análisis sobre los últimos cambios en las respuestas a las dinámicas de crisis.
Epidemia del Ébola: "Respuesta catastrófica y negligencia absoluta"
Atención a la emergencia del Ébola.
AFP"El primer gran susto fue la emergencia del ébola en 2014. MSF se encontró con que era casi la única organización respondiendo. Los mensajes de alarma que dimos al principio fueron tildados de alarmistas –ojalá hubiera sido el caso– y la respuesta de la comunidad internacional a la epidemia fue catastrófica. Fue una negligencia absoluta cuando los afectados eran decenas de miles de personas en los países del oeste de África y una respuesta histérica de paranoia colectiva cuando empezó a haber casos aislados en países occidentales. Muchas cosas funcionaron muy mal como para estar muy preocupados por la capacidad que tienen el mundo y los países en conjunto de responder a problemas graves".
Guerra en Siria: "La respuesta de los países de la UE ha empeorado mucho el problema"
Un hospital de MSF atacado en Siria.
"Desde 2011 hasta ahora hemos tenido la guerra civil en Siria, que es incomparablemente peor que las demás guerras civiles y atrocidades que ocurren en el mundo. La crisis ha ido dando más problemas añadidos. El primero, desde el año pasado cuando los sirios huyen de la guerra y no se quieren quedar solo en los países limítrofes e intentan, en números superiores, llegar a Europa.
La respuesta de los países de la Unión Europea en conjunto o individualmente ha sido vergonzosa. Ha complicado y empeorado mucho el problema. Y una vez más, es un síntoma muy grave de hasta qué punto los acuerdos legales internacionales y los marcos éticos de respeto a los derechos humanos en los que creemos en las sociedades occidentales hoy en día se manejan con un grado de hipocresía enorme.
Nos preocupa mucho el impacto que eso está teniendo directamente en las personas que quieren huir de las guerras de Medio Oriente para llegar a Europa. Puede que de aquí salga una Europa mucho más oscura y peligrosa que lo que pensamos. Y todo eso va en contra de una reacción de sectores amplios de las sociedades civiles europeas que han sido muy solidarios. Algunos sectores han sido muy de extrema derecha, neonazi, xenófobos. Eso existe y está aumentando.
Pero por el otro lado, hay un sector muy amplio, solidario, al que los gobiernos han empezado a ignorar completamente. Esto es muy importante: la mayor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial en Europa está siendo empeorada por las decisiones de los gobiernos europeos. La última, la decisión de deportación masiva y forzada de Turquía. Esto es un nivel de sinrazón y atrocidad que no podíamos ni imaginar."
Ataques a hospitales:"Un despliegue de cinismo"
El hospital de MSF en Kunduz, Afganistán.
"Lo último de esta secuencia de eventos muy preocupantes es que desde el 3 de octubre de 2015 –en que el ejército de EEUU atacó selectivamente con un avión de alta precisión un hospital nuestro en el norte de Afganistán, en Kunduz– hasta ahora se han sucedido más y más ataques a hospitales de MSF y de otras ONG. Y no por parte de grupos terroristas o rebeldes, sino por parte de Estados, en un despliegue de –una vez más– cinismo, e ignorar lo que son principios fundamentales con un trasfondo ético muy importante de respeto al ser humano".
La puja con la industria farmacéuticaMédicos Sin Fronteras es una organización humanitaria y su compromiso es ayudar a las personas en su sufrimiento aquí y ahora. No pretende que los ministerios de Salud funcionen bien en el largo plazo, sino que sus actuaciones son asistencialistas y en el corto plazo. "En general, no sabemos sobre las cuestiones que causan los problemas, ya sean de política internacional o industriales, y no podemos implicarnos en el activismo para solucionar eso. Pero como organización médica sí nos hemos atrevido a intervenir en los problemas de no acceso a medicamentos", indicó José Antonio Bastos.
Sucede que hay remedios que no son accesibles para todo el mundo, sea por el elevado precio o porque se destinan menos recursos a la investigación de enfermedades que afectan a los más pobres. Bastos cita el ejemplo del viagra: fue un éxito y se vende y lo investigan. Pero con otros padecimientos no ocurre lo mismo y las medicinas son escasas o muy caras.
En el año 2000 la ONG decidió crear la campaña de acceso a medicamentos y con ella presiona a la industria farmacéutica. Su primer gran éxito fue con el precio de los antirretrovirales para tratar el VIH/SIDA: al comienzo no se conseguían esos remedios en el sur de África, donde millones de personas padecían la enfermedad.
El costo inicial de los antirretrovirales para una persona adulto era en promedio US$ 12.000 por año. "Apretamos a la industria farmacéutica, descubrimos un laboratorio en India que estaba fabricando genéricos y podía producirlos a un precio mucho más reducido, y el tratamiento bajó a US$110", contó Bastos.
La última victoria fue con un medicamento para la hepatitis C. El tratamiento anual costaba entre US$ 80.000 y US$ 100.000 por persona, a razón de cerca de US$ 1.000 cada pastilla. El grupo de MSF analizó el caso con la Universidad de Liverpool y encontraron que el precio de investigación de ese medicamento era de US$ 130.
Ahora pelean por la reducción del precio de las vacunas.
El sistema legal de India permite que fabriquen masivamente genéricos. Tienen un mecanismo por el que pueden ignorar una patente si es por un bien social –"algo que el resto del mundo debería hacer", según Bastos–. "Estamos frontalmente apoyando al gobierno indio que no pierda esta capacidad. En este momento India produce medicamentos a muy bajo costo. Son la farmacia de todos los países más pobres del mundo".
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