Libro: Apotegmas en el desierto (2014)
Arrimaos sin miedo, lectores de un lenguaje inabarcable,
mercaderes de la risa y las convulsiones,
sacerdotes con sotanas alquiladas.
Veréis como escribo con caligrafía mediocre en
los márgenes de un libro ajado acerca de la
buena salud de todo aquello que muere.
Sed testigos de la credulidad sin restricciones.
Deteneos en el pequeño detalle de la
garganta que emite un eco clandestino.
No seáis timoratos, que al desamor
y a la incertidumbre lo cenen
una jauría de perros callejeros.
Acercaos, políticos que jamás ganaron elecciones,
artistas de vidas desoladas, poetas recién resucitados.
Sentid en vuestras entrañas como
laten las palabras en mi boca.
Acercaos; heridos, agobiados y pusilánimes,
rendid honores a la solución a un infinito de acertijos.
También me oiréis hablar de mí mismo, y de mis
intimidades (o de atrocidades, si lo requiere la ocasión).
Observadme jugar con el fuego de las palabras desde
el improvisado atril de una pila de periódicos amarillentos.
Acercaos, ladrones, infieles, ebrios izando
un bandera ajada por la necedad...
Acercaos, generales derrotados, santos
sin altar, cantautores insurrectos...
Traigo en mi voz un puñado de versos
alegóricos a los esplendorosos desastres.
Prometo que cada átomo mío será vuestro también.
Deambulen por mi alma, mi risa y mis antojos.
Admirad la libertad en sus más irónicas proporciones.
...Sin importar el linaje, la
profesión, la creencia religiosa...
...Acercaos todos, marineros, abogados,
convictos de la fatiga diaria...
...Venid sin temor, mecánicos, artistas,
nómades con pieles llenas de heridas...
Pregonaré sobre el tiempo, el cosmos, la llanura.
Contemplad la firmeza de mis pasos decadentes.
Prometo hablar del desequilibrio, las
contingencias y las flaquezas de los limoneros.
Os hablaré del tedio del domingo y
de la prisa de los viernes,
Y os enseñaré a palparse el bolsillo derecho
del pantalón con la oreja izquierda.
Acercaos, heraldos, bohemios y rameras,
y resultarán un inevitable soliloquio
las constelaciones de amargura.
Acompañadme sin desconfianza, que el vuelo
de las aves nos indicará para que lado
correr cuando todo comience a derrumbarse...
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