Los muertos están cada día más indóciles.
Antes era fácil con ellos:
les dábamos un cuello duro una flor
loábamos sus nombres en una larga lista:
que los recintos de la patria
que las sombras notables
que el mármol monstruoso.
El cadáver firmaba en pos de la memoria
iba de nuevo a filas
y marchaba al compás de nuestra vieja música.
Pero qué va
los muertos
son otros desde entonces.
Hoy se ponen irónicos
preguntan.
Me parece que caen en la cuenta
de ser cada vez más la mayoría.
genial, como todo lo que escribe Roque Dalton, el mejor poeta centroamericano sin discusión al respecto, uno de los mejores y mas grandes desconocidos de América Latina, no puedo pasar por acá sin recomendar uno de los mejores libros de la historia: El turno del ofendido
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