En 1492, los nativos descubrieron que eran indios,
descubrieron que vivían en América,
descubrieron que estaban desnudos,
descubrieron que existía el pecado,
descubrieron que debían obediencia a un rey y a una reina de otro mundo y a un dios de otro cielo,
y que ese dios había inventado la culpa y el vestido
y había mandado que fuera quemado vivo quien adorara al sol y a la luna y a la tierra y a la lluvia que la moja.
Carabelas cargadas de malos presagios,
emisarios de la trampa y de la colonización,
tocan tierra provocando un gran naufragio,
cargados de demonios, y una nueva religión.
Pisaron tierra de Guanahaní,
bienvenida la desolación.
Esos sueños de estafa y de saqueo,
ese gusto por el oro y esas ansias de poder,
es el cáncer que hoy enferma al heredero,
es la historia de una tierra condenada a padecer.
Pero el negro, el indio y el español,
se mezclaron para darle un gusto a Dios.
Pero el negro, el indio y el español,
se mezclaron para darle un gusto a Dios.
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